La fuerza de la floricultura
Se habla siempre en voz alta sobre la importancia económica de la floricultura, de los empleos que generamos, de las divisas que traemos, de nuestra contribución al desarrollo del país, de cómo nuestro sector es importante para el medio ambiente y de qué manera contribuimos en mejorar la calidad de vida de las personas. Y a pesar de todo esto, somos solemnemente ignorados por las autoridades. O lo que es peor, en la mayoría de los casos, somos usados; pagamos la cuenta y, todavía, aplaudimos.
¿Y por qué todo esto? ¿Será que nuestro sector no es importante? Claro que lo es. ¿No generamos empleos, renta y calidad de vida? ¿Por qué no somos reconocidos por estas condiciones y tratados con seriedad y respeto? Sencillamente, porque somos buenos productores, comerciantes y profesionales de la floricultura, del paisajismo y del viverismo, pero somos unos pésimos lobbistas.
Apareció la palabra maldita: lobby. ¡Vade retro, Satanás! El lobby es la actividad del demonio. Siempre está ligado a asuntos sórdidos, poco transparentes y con frecuencia involucra juegos de intereses personales y puntuales. Nuestro sector no sabe hacer lobby, y cuando lo hace, lo realiza de una forma intuitiva, sin objetivos claros y utilizando técnicas equivocadas.
La pregunta que debemos hacernos antes que nada es si hacer lobby es malo.
Y la respuesta será un sonoro: “Depende”. ¿Por qué “depende”? Porque si el lobby se hace para defender intereses sectoriales, de manera transparente y clara, utilizando estrategias propositivas, entonces, es legítimo y lícito.
Hacer lobby exige trabajo, profesionalismo y mucha dedicación, no es un trabajo fácil y no siempre nos garantiza los resultados esperados. Pero no hacerlo (o hacerlo mal) representa, con seguridad, costos elevados para el sector. En otras palabras, vale la pena la inversión y el esfuerzo.
Lobby no es una actividad gastronómica llevada a cabo sobre la base de almorcé con el Ministro, o etílica, como cuando escuchamos a un importante líder del sector, decir “tomé un vino con el Director General de tal o cual sector”. Lobby es una actividad que nos exige definir objetivos claros, elaborar planos de acción detallados, conocer a las personas que tienen el poder de decisión en el sector público, estar informado de los proyectos que están en elaboración y actuar sobre ellos, proponiendo mejorías y mostrando, con datos veraces, el impacto positivo o negativo que la implantación de esta o de aquella ley tendrá sobre el sector. Lobby es un juego para profesionales, que no se gana sin conocimiento y esfuerzo, para el que será necesario invertir tiempo y dinero.
Una recomendación, busque la película Gracias por fumar (Thank you for smoking, del 2005), de Jason Reitman. Vale cada minuto.
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