El espejo
Es común que el síndrome del espejo acompañe nuestro sector. Si un productor, una empresa o un profesional toma una iniciativa, o lanza un nuevo producto, quienes están a su alrededor, inmediatamente, le copian el proyecto y se convierten en su imagen reflejada en un espejo.
En cuanto unos pocos marcan el camino, la inmensa mayoría se limita a imitar, a producir los mismos productos, con idénticos formatos, tamaños y embalajes. Esto provoca en el mercado un exceso de oferta de lo que todos tienen y una falta de oferta de aquello que nadie produce.
La mayoría de las veces, la respuesta es la búsqueda de novedades por parte de los clientes; como si en nuestro segmento, la oferta de novedades fuera algo rápido y fácil de suceder. Los clientes olvidan que cada producto nuevo requiere estudios, trabajo y, principalmente, tiempo.
La situación con que nos encontramos es la de un mercado abarrotado de productos iguales que ya nadie quiere y de clientes buscando productos que nadie tiene o ya no se producen más. Es un auténtico diálogo de sordos. Un diálogo en el que todos pierden.
Algunas empresas y determinados profesionales se han especializado en crear moda, marcar tendencias, trazar el camino que los otros siguen; algunos, más rápidamente; otros, tan tarde, que parece que sólo entran cuando ya todos han salido. Este grupo de rezagados es el que acaba por quemar el mercado.
La estrategia para imitar (o copiar) a las empresas innovadoras no es una novedad: sucede desde hace décadas y se ha mostrado adecuada para muchos negocios que han hecho de ésta una estrategia comercial.
Mi consejo es que se escoja estar entre los que hacen polvo, en vez de estar entre los que comen polvo. Sólo depende de cada uno ser el modelo que el espejo refleja o ser el reflejo del espejo.
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